El G-20 examina a España en el peor momento de Rajoy

El presidente intentará que la cumbre se centre en las vicisitudes del euro y no en las dudas sobre el sistema financiero español

17.06.12 – 00:51 –

ANTONIO MONTILLA | LOS CABOS (MÉXICO).
La semana que puede ser decisiva para el futuro de España y de la Unión Europea pillará a Mariano Rajoy a más de 10.000 kilómetros de Madrid. Estará, de todos modos, en la cocina de la economía mundial, en la cumbre del G-20 que se celebra entre el lunes y martes en Los Cabos, en la Baja California mexicana. Allí compartirá mesa, debate e información con los gobernantes de los países más ricos del mundo y los representantes de los organismos financieros más importantes del planeta.

El presidente del Gobierno llegará al cónclave después de haber dado un portazo a la demanda del Fondo Monetario Internacional de subir ya el IVA y rebajar de nuevo el sueldo de los funcionarios. Una negativa que a buen seguro habrá hecho torcer el gesto de más de uno de sus compañeros de cumbre. Allí mantendrá también su negativa a llamar rescate a la línea de crédito de 100.000 millones que la Unión Europea pondrá a disposición de los bancos españoles que lo soliciten.
Los 19 jefes de Estado y de Gobierno que conforman, junto los máximos responsables de la UE, el G-20 querrán saber los pormenores de este auxilio que con ahínco niegan en la Moncloa para enfado de otros presidentes de la zona euro.
Este debate nominalista será el menor de los problemas para la delegación española que completará el ministro de Economía, Luis de Guindos. El viernes, la prima de riesgo española batió su propio récord histórico y superó los 553 puntos básicos. Lo más preocupante, si cabe, es que el interés del bono español a diez años acaricia el 7%, o lo que es lo mismo, pisa el mismo terreno minado que obligó a otros países como Grecia, Irlanda o Portugal pedir la intervención, no ya de su sistema financiero, sino de su economía.
Rajoy asiste «muy preocupado, pero sereno» a unas turbulencias financieras que, como ha advertido el propio De Guindos, no podrá resistir el país por mucho más tiempo. Más allá de la versión oficial, lo cierto es que varios ministros expresan en privado la impotencia que siente un Gobierno que lleva cinco meses y medio aprobando reforma tras reforma y ajuste tras ajuste, que han obligado a Rajoy a cruzar líneas rojas que prometió no tocar, sin que surtan ningún efecto en los mercados internacionales.
La UE, de momento, se limita aplaudir los esfuerzos del Ejecutivo español y, como en el caso de Angela Merkel, a mostrar «confianza» en Rajoy «tras una década» de despropósitos económicos que, a juicio de la canciller alemana, se han cometido en España.
A todo esto se suma las críticas que ha recibido Rajoy por mostrarse eufórico el pasado domingo, un día después de solicitar al Eurogrupo ayuda para los bancos españoles, e intentar vender como un éxito personal una medida de socorro. Fuentes de la Moncloa niegan la mayor y defienden que el presidente nunca habló de victoria de España, sino del euro.
Rajoy, acuciado por la presión de los mercados, ha pasado en las últimas semanas de susurrar al Banco Central Europeo (BCE) la necesidad de que inyecte dinero a los bancos centrales de los países miembros a exigir, como hizo en la reunión que mantuvo con el vicepresidente de la Comisión, Joaquín Almunia, que el BCE abra el grifo de una vez para apagar el incendio que amenaza con carbonizar la economía de España, y también la de Italia. En este contexto tan poco propicio, Rajoy participará en el G-20 como país invitado permanente.
Un rol que ya ostentaba España en 2008, cuando participó en la ciudad francesa de Cannes en la reunión de este selecto club de ricos representan al 85% de la economía mundial. Entonces, el ya expresidente de Francia Nicolas Sarkozy instó a José Luis Rodríguez Zapatero a que explicase la «solidez» del sistema financiero español. Los avatares de los mercados y los efectos de la denominada burbuja inmobiliaria han demostrado que el gigante tenía pies de barro.
Urgencias
Rajoy, por lo tanto, aterrizará la madrugada de mañana en Los Cabos con muchas urgencias y pocas expectativas de lograr un antídoto de efectos inmediatos. Una de las principales bazas de España es vincular su futuro al de la propia Unión Europea. La carta de presentación del presidente español será la misma que envió, tres días antes del rescate bancario, a la Comisión Europea y en la que, además de alertar de la urgencia de la situación española, reclamó un debate integrador dentro de Europa, centrado en la irreversibilidad del euro y de la creación de los elementos necesarios para defender la moneda única.
Uno de los mandatarios más conscientes del efecto global que podría tener la quiebra de la zona euro es Barack Obama. El presidente de Estados Unidos quiere conocer de primera mano las posiciones de Merkel y François Hollande, como presidentes de los países ‘locomotoras’ de Europa, pero también de Mario Monti y Mariano Rajoy, como dirigentes de los estados más necesitados de un golpe de timón hacia el crecimiento económico al que, de momento, se resiste Merkel.
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